lunes, 2 de noviembre de 2009

apuntes sobre el concepto de dispersión

01. “Catástrofe” es un nombre, no una categoría. Más precisamente, se trata de una palabra-umbral.

02. Las palabras-umbral inician pasajes hacia espacios no-categoriales.

03. La catástrofe implica también, intrínsecamente, la catástrofe de sus categorías de comprensión.

04. Trauma, acontecimiento y catástrofe pueden pensarse como diversos modos de relación de una estructura con lo nuevo.

05. El punto de partida es el impasse: algo ocurre que no tiene lugar en la lógica dada. Es decir, lo que ocurre no puede ser nominado con el lenguaje de la situación.

06. El trauma implica la suspensión del funcionamiento de una lógica por irrupción de una intensidad intratable con los recursos propios de dicha lógica. Es un exceso cuantitativo.

07. Esa intensidad, paulatinamente, va cediendo, resulta asimilada. Todo parece regresar a su lugar.

08. Según el esquema del trauma, la cantidad excedentaria desborda temporal y cuantitativamente las cualidades destinadas a incluirla.

09. El acontecimiento es la posibilidad efectiva de un imposible estructural.

10. El problema no es que no haya lugar suficiente sino que no hay lugar alguno: el término presentado resulta incompatible con la lógica estructural. Se trata de un exceso cualitativo inasimilable.

11. Se inician procesos paralelos: invención/afirmación de la cualidad heterogénea y desarticulación estructural.

12. La catástrofe induce una resta pura de ser. Produce desmantelamiento sin armar otra lógica equivalente en función articuladora.

13. La causa que desmantela no se retira. Esta permanencia le hace tope a la recomposición traumática y a la invención acontecimental.

14. Trauma, acontecimiento y catástrofe son, desde esta perspectiva, avatares que sobrevienen a una estructura.

15. Pero esta estructura no es una invariante histórica sino el modo estatal de producción de realidad.

16. En tiempos de Estado-Nación, la existencia es existencia estructural.

17. Existen dos tipos de crisis: la crisis como transición, es decir, como pasaje de una configuración estructural a otra; y la crisis como pasaje de un pasaje reglado a un devenir caótico, es decir, la descomposición sin recomposición posterior.

18. La crisis actual consiste en la destitución del Estado-Nación como práctica dominante, como ordenador/articulador simbólico exhaustivo de todas y cada una de las situaciones.

19. El mercado desarrolla otra operatoria: una dinámica que conecta y desconecta lugares, objetos, personas sin que esa conexión/desconexión proponga un sentido.

20. Ruina de la noción de práctica dominante: juego de las prácticas sin lugares.

21. Que haya libre juego entre prácticas: eso es la fluidez.

22. [Que la maximización de la ganancia sea la una única matriz articuladora del libre juego entre prácticas: eso es el neoliberalismo.]

23. No pasamos de una totalidad articulada a otra sino de una totalidad articulada a un devenir no-reglado.

24. La crisis actual no traduce un impasse: exhibe un funcionamiento determinado. No es funcionamiento de estructura, sino de otra cosa que estructura.

25. La comprensión de la crisis como interrupción complica la posibilidad de pensar la actualidad. Hoy la crisis es funcionamiento efectivo.

26. La serie de cambios que construyen esa experiencia llamada crisis convierten en obsoletos los parámetros disponibles para pensar la crisis: se altera la capacidad de comprensión de las transformaciones.

27. En las condiciones actuales, el Estado es una fuerza entre otras fuerzas.

28. Las fuerzas del mercado son capaces de imponer una serie de funciones a ese Estado, que ha dejado de ser programático y ha devenido administrativo.

29. Pero el mercado tampoco organiza simbólicamente las situaciones. Su procedimiento no es la articulación simbólica sino la conexión real.

30. Los flujos del mercado conectan situaciones sin generar en el proceso un ordenamiento simbólico para tal conexión.

31. No se trata del pasaje de la situación A a la situación B –esto es, de una configuración totalizadora a otra- sino de pasaje de A a un devenir aleatorio, a un devenir sin reglas.

32. La flecha C del cambio no une A –orden precedente- con B –orden resultante- sino A con C. Nuestra noción de crisis no puede con eso: crisis de la noción de crisis.

33. La crisis hoy es un modo de ser: tendremos que lidiar con un movimiento que ya está consumado sin que eso signifique que haya dado lugar a un orden.

34. Hubo un tiempo en el que pensábamos desde una estructura. Esa estructura sufría impactos. Si permanecía la misma cantidad de articulaciones, se llamaba trauma; si sobrevenía una articulación heterogénea, acontecimiento; y si se desvanecían las articulaciones dadas en una destrucción, a eso lo llamábamos catástrofe. Pero todo esto era pensar desde la estructura previa. No podíamos imaginar que tendríamos que pensar sin remisión a una estructura.

35. Llega al fin un momento en el que uno se declara náufrago. Pierde importancia la estructura que se ha desarticulado, cobra importancia la inmanencia de lo que hay.

36. Pensando desde el Estado, ha sobrevenido la inundación. Pensando desde la inundación, lo que ha sobrevenido no es la inundación sino un medio, un cambio esencial del medio en el que transcurre la experiencia.

37. En un medio fluido, dos términos, dos puntos o partículas vecinas permanecen vecinas sólo si hacen lo pertinente para seguir juntas. El medio mismo, sin que medie ningún corte, tiende a disolver cualquier contingencia.

38. Hay choques: separación por choque, encuentro por choque. Puede que sean encuentros tristes, choques de pura dispersión. Pero la virtualidad de encuentro resulta muco más dinámica que en un medio sólido.

39. La catástrofe es el primado del cambio sobre la permanencia.

40. En la dinámica catastrófica, la permanencia no revela el carácter esencial de un término sino su condición residual: sólo indica que aun no ha cambiado.

41. De aquí en adelante habitaremos espacios caracterizados por la contingencia de las conexiones.

42. Mirada desde la estructura, la catástrofe es arrasamiento. Desde sí, es contingencia: posibilidad precaria de organización de la subjetividad.

43. La contingencia del encuentro es la posibilidad que surge a partir del choque. Pero si no se genera interioridad capaz de sostener el encuentro, en la fluidez todo se disgrega como puro choque.

44. La contingencia difiere del arrasamiento porque un trabajo subjetivo encuentra el modo de producir un encuentro sobre el azar del choque.

45. Para un habitante de la era neoliberal, la catástrofe es su perpetuo punto de partida, su ontología más íntima, su insuperable condición originaria.

46. La catástrofe postestatal implica literalmente la liquidación de cualquier noción de estabilidad. La catástrofe estatal sucedía en un horizonte estructural. La catástrofe postestatal transcurre en un medio fluido, disperso, intrínsecamente imprevisible.

47. ¿cómo se ligan los términos en su devenir sin componer estructura?

48. La catástrofe desde la catástrofe ya no habla de una lógica sino de una dinámica en la que prima el principio de alteración: nada sucede dos veces –principio del acontecer catastrófico.

49. El capital financiero prospera por su velocidad para ubicar espacios de rentabilidad en medio de las crisis, que constituyen su mecanismo de funcionamiento.

50. El capital financiero, circulando velozmente de punto a punto, realiza su valorización en un tiempo que el ordenamiento equilibrado no permitirá.

51. La catástrofe es una configuración inestable, una dinámica de desequilibrio permanente en la que prima la alteración sobre la permanencia. Y el capital financiero es la operatoria que prospera en la catástrofe, de modo tal que, por un lado, resulta positivamente afectado por la dinámica catastrófica y, por otro, acentúa con su acción el carácter alterador de la dinámica alterada en la que opera.

52. Las consecuencias sociales de esta dinámica y esta operatoria se formulan mediante la siguiente tesis: no hay vínculo social.

53. Una segunda tesis formaliza la primera: la inexistencia de vínculo se formaliza como disyunción universal.

54. Nada de lo que se presenta para un punto de mercado se presenta para otro punto de mercado, nada de lo que se presenta en un instante para un punto de mercado se presenta en otro instante para el mismo punto de mercado.

55. El agente de mercado no sólo está desamarrado de cualquier semejante, sino que está desamarrado de cualquier amarra.

56. El lazo social en condiciones de capital financiero tiende al máximo de dispersión. La catástrofe adquiere aquí la forma de dispersión: desvinculación esencial, disyunción de dos puntos cualesquiera.

57. La catástrofe encuentra así su esquema formal. Sólo eso.

[Todas las citas extraídas de Ignacio Lewkowicz, “Catástrofe: experiencia de una nominación” en Pensar sin Estado. La subjetividad en la era de la fluidez. Paidós. Buenos Aires. 2004]

1 comentario:

Post pre dijo...

Por ahora, nomás una conexión:

me llamó la atención lo cerca que está el concepto de "catástrofe" de lewkowicz con el de Mark Fisher que aparece acá:

http://www.planetax.org.ar/web/content/view/310/98/